jueves, 10 de septiembre de 2015

Corazón.

Por una vez,
sólo una,
fui sincera,
conmigo misma,
y con el mundo de fuera,
estaba sola, muy sola,
si llamamos nada a la manera que tiene tu recuerdo
de estar siempre aquí.
Vagando en mi mente y cuerpo,
sin saber que había dejado de importar para mí
si fuimos, tuvimos, o vivimos algo juntos.
Para mi desacuerdo, te quise,
para mi olvido, te pensé,
y para mi corazón… para él no hay mayor dolor
que haber dejado que tú formaras parte de él.
Pero no quiere protegerse de futuras guerras,
porque no quiere acabar convertido en piedra.
Prefiere arder en llamas,
si el recuerdo de algo, o alguien, le mantiene frío,
y al mismo tiempo, le abraza para atraer el calor de su alma.
Y yo, no sé qué quiero para este órgano en restauración,
si abrir las puertas para que los curiosos observen la redistribución de fuerzas,
o cerrarlo a cal y canto hasta su reapertura cuando suene esa canción,
que sea sinónimo y sonido de tristeza,
canción gris, que se adapte al guion,
de la película que escribió la primavera,

cuando empezó a construir con las ruinas de mi oxidado corazón.

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