martes, 7 de julio de 2015

Roma

Te vi, me vistes,
yo te encontré,
y tú en cambio sólo aprovechaste.
Te quise, me apreciaste,
tú me enamoraste.
No sabíamos a dónde íbamos,
no había una causa perdida,
ni recuperada siquiera.
Tú querías una veloz despedida,
yo la historia entera.
Pero resultamos incoherentes.
Seguimos un camino cualquiera,
llegamos a Roma,
y no supimos cómo salir de allí.
Ahora el sol no amanece a su hora,
sólo insinúa rayos de un tono gris,
está llorando,
lágrimas del color del marfil,
y con la pena está bailando
en una calle de la Roma sin ti.
Porque él también se perdió,
ni siquiera desde las alturas logra encontrar

la salida que dejó este flaco amor.

viernes, 3 de julio de 2015

Nuevos comienzos.

Te grité que te fueras, con toda mi alma, mis fuerzas, mi ser.
Rogué que desaparecieras
con el humo del café de la mañana siguiente,
y que llevaras tu esencia contigo,
al lugar donde se pierde la conciencia,
donde el cielo se confunde con un telón de inciertas creencias,
y supliqué no volver a verte,
ni siquiera en sueños.
Pero antes de girar la esquina de tu calle mayor,
la intuición me confirmó que,
hacía tiempo tu marchaste,
Y me desengañé,
Tu presencia se había trasladado a tu ansiado paraíso,
el mismo día que me aseguré de que no te haberte perdido.
Y cuando yo pensé que a mi petición tú marchabas,
llevabas ya la eternidad en lugares que te quitaban el frío,
 te convertían en un cobarde que ya no pensaba,
y sólo sentías a quién no  te exigía compromiso.
Nunca fuiste de esos,
 que permanecían cuando el invierno empezaba,
pero siempre marchabas antes de que cesara.