martes, 24 de noviembre de 2015

Décima despedida

Quisimos ahogar las penas en un vaso,
pero aquel vaso terminó ahogándonos en whisky del malo,
la muerte no fue digna de los protagonistas de una historia de amor cómo aquella,
no hubo una despedida,
ni una carta,
ni un te quise,
ni un lo siento,
ni tan siquiera dijimos adiós,
no pude verte marchar,
solo llegó un mensajero comunicando tu abandono permanente,
y desde aquel maldito día las cartas ya no llegan.
Una vez dijiste que tenía los ojos más bonitos del mundo,
dime por qué los haces llorar,
y cuéntame porque apartaste los tuyos.
Aunque sé,
que tu corazón nunca supo palpitar por amor,
sólo lo hacía por los grandes excesos,
por los grandes riesgos,
por las causas encontradas,
y por la forma que tiene un cuerpo de hacerte volar.
Querido amigo,
aunque no seamos ni eso,
te juro que dañarte no pretendo,
pero sí me gustaría encontrarte por amor sufriendo,
porque ojalá, algún día encuentres un amor sincero,

que te recuerde a todo lo que yo sentí por ti.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Corazón.

Por una vez,
sólo una,
fui sincera,
conmigo misma,
y con el mundo de fuera,
estaba sola, muy sola,
si llamamos nada a la manera que tiene tu recuerdo
de estar siempre aquí.
Vagando en mi mente y cuerpo,
sin saber que había dejado de importar para mí
si fuimos, tuvimos, o vivimos algo juntos.
Para mi desacuerdo, te quise,
para mi olvido, te pensé,
y para mi corazón… para él no hay mayor dolor
que haber dejado que tú formaras parte de él.
Pero no quiere protegerse de futuras guerras,
porque no quiere acabar convertido en piedra.
Prefiere arder en llamas,
si el recuerdo de algo, o alguien, le mantiene frío,
y al mismo tiempo, le abraza para atraer el calor de su alma.
Y yo, no sé qué quiero para este órgano en restauración,
si abrir las puertas para que los curiosos observen la redistribución de fuerzas,
o cerrarlo a cal y canto hasta su reapertura cuando suene esa canción,
que sea sinónimo y sonido de tristeza,
canción gris, que se adapte al guion,
de la película que escribió la primavera,

cuando empezó a construir con las ruinas de mi oxidado corazón.

martes, 7 de julio de 2015

Roma

Te vi, me vistes,
yo te encontré,
y tú en cambio sólo aprovechaste.
Te quise, me apreciaste,
tú me enamoraste.
No sabíamos a dónde íbamos,
no había una causa perdida,
ni recuperada siquiera.
Tú querías una veloz despedida,
yo la historia entera.
Pero resultamos incoherentes.
Seguimos un camino cualquiera,
llegamos a Roma,
y no supimos cómo salir de allí.
Ahora el sol no amanece a su hora,
sólo insinúa rayos de un tono gris,
está llorando,
lágrimas del color del marfil,
y con la pena está bailando
en una calle de la Roma sin ti.
Porque él también se perdió,
ni siquiera desde las alturas logra encontrar

la salida que dejó este flaco amor.

viernes, 3 de julio de 2015

Nuevos comienzos.

Te grité que te fueras, con toda mi alma, mis fuerzas, mi ser.
Rogué que desaparecieras
con el humo del café de la mañana siguiente,
y que llevaras tu esencia contigo,
al lugar donde se pierde la conciencia,
donde el cielo se confunde con un telón de inciertas creencias,
y supliqué no volver a verte,
ni siquiera en sueños.
Pero antes de girar la esquina de tu calle mayor,
la intuición me confirmó que,
hacía tiempo tu marchaste,
Y me desengañé,
Tu presencia se había trasladado a tu ansiado paraíso,
el mismo día que me aseguré de que no te haberte perdido.
Y cuando yo pensé que a mi petición tú marchabas,
llevabas ya la eternidad en lugares que te quitaban el frío,
 te convertían en un cobarde que ya no pensaba,
y sólo sentías a quién no  te exigía compromiso.
Nunca fuiste de esos,
 que permanecían cuando el invierno empezaba,
pero siempre marchabas antes de que cesara.

lunes, 29 de junio de 2015

Hacia atrás.

Me gusta mostrarme rota, porque así es como estoy. Enseñar mis heridas sin miedo a que alguien las pueda odiar, y gritar cómo se abrieron las cicatrices que se han convertido en marcas de una guerra fría que quedó sin acabar. Te retiraste del campo de batalla, y aun así te proclamaste vencedor. Y ahora entiendo que realmente, gané yo. Permanecí y oculté el temor. Quizá no luché como la mejor, tuve errores y fui débil. Pero me mantuve allí, hasta el final. Y tú en cambio marchaste andando, hacia atrás, retrocediste para volver a tu vida normal. Mostraste la bandera blanca, y yo, ciega de amor, lo utilicé para hacer mis lágrimas desaparecer. Y por miedo a ser feliz me dejaste allí. Yo fui la fuerte y ahora lo sé. De vez en cuando me asomo al lugar donde perdimos las ganas, donde declaramos la guerra, y todavía siguen en el suelo tus pisadas. Primero hacia adelante, querías comerte el mundo. Después hacia atrás, el mundo termino por comerte el a ti. Y después miro las mías. Hacia adelante, yo quería que me comieras… a besos. Pero las mías nunca fueron hacia atrás, ante ellas solo se veía la marca de mis rodillas clavadas en el suelo para rogar no verte ir. Ahora sé que fuiste mi primera gran victoria. Y que yo fui tu primera gran derrota. 

jueves, 25 de junio de 2015

Cambiando horizontes.

Dime por qué tus sueños fueron siempre iguales. 
Y dime también porque dejaste que tus miedos crecieran más que ellos. Los convertiste en inalcanzables y ahora no sabes cómo, ni cuándo, ni porqué nunca los llegas a hacer completamente tuyos. 
Pero sigues persiguiendo una meta que no está al final del camino que recorres, y cuando acabas no sabes que has terminado, porque no obtienes lo que te prometieron encontrar y sigues avanzando, sin saber que cuando acabes no llegarás a ningún lugar, solo a empezar de nuevo el camino de espinas que dijeron recompensar. 
Hoy es el día, cambia el camino, los medios y la actitud, escoge otra manera de dejar kilómetros atrás hasta llegar a lo que verdaderamente quieres lograr. No dejes que el miedo te coma las ilusiones, y aliméntalo de indiferencia. Hoy es el día, haz que suceda. Persigue el horizonte al mezclarse con el mar y, atrápalo, hazlo tuyo, dale forma a tus sueños y conviértelos en algo más que eso.